Para empezar, la reaparición de Chasseuil. Nos da cuenta de ella, por ejemplo, 'The Times', en Londres, cuyo redactor Adam Sage empieza así su enternecedor informe: "Michel Chasseuil conduce un coche viejo, nunca se va de vacaciones y vive como un eremita, pero es propietario de una colección de vinos que vuelve verdes de envidia a los multimillonarios. Más de 20.000 botellas selectísimas de los siglos XVIII, XIX y XX están amontonadas tras un sistema de seguridad electrónica, fuertes cerrojos y puertas de metal reforzado cerca de su casa en La Chapelle-Bâton, en el Oeste de Francia". Como verán, ni mención de Feytit-Clinet, ni de Petrus, ni de Lily Lacoste, ni mucho menos de problemas judiciales...
Para continuar con la actual noticia, 'The Times' y otros nos cuentan que pocos de esos grandes vinos van a ser bebidos porque Chasseuil, que se niega a venderlos, quiere convertir la colección en un museo del vino en la región de Burdeos, "para evitar que los nuevos ricos se la hayan tragado en diez años". Chasseuil, de 67 años, quiere que la Unesco le financie el museo.
Cuentan las historias que solía comprar dos cajas de cada vino que quería, generalmente en subastas "que antaño eran muy baratas": una para beber, otra para guardar. Cuando en los años 90 empezó el estallido de los precios, empezó a vender una caja de cada, a menudo con mucho beneficio. Cuenta que compró una caja de Petrus 1982 (coincidencia...) por 300 francos por botella y la revendió por 50.000 dólares. Un Château d'Yquem 1847 vio cómo su precio subía de 1.400 a 55.000 euros en cuestión de 20 años.
Chasseuil empleó esos fondos para incrementar su colección. Compró todas las añadas de Yquem en el siglo XX, incluso botellas vacías por los años en que los Lur-Saluces decidieron que la calidad era insuficiente para sacar un Yquem al mercado. También tiene todas las añadas de Romanée-Conti desde 1905 y todas las de Petrus desde 1924. Entre sus botellas más escasas y valoradas están un Yquem 1811, valorado en 35.000 euros, un oporto Hunt's de 1735 y un champán Maison del'Empereur 181 producido para Napoleón.
Chasseuil explica que no sale de vacaciones, vive como un eremita y su coche es un viejo Renault 4L.
Hasta aquí, lo último de Chasseuil. Lo penúltimo data de febrero de 2007, cuando el diario '20 Minutes' nos informaba de que el juzgado de Libourne había sobreseído al fin la causa iniciada en junio de 2003 contra Chasseuil, que fue durante algún tiempo hombre de confianza de Lily Lacoste, ex propietaria de Petrus, por el supuesto robo de 379 botellas de Château Lafleur de la bodega de la señora Lacoste. Se cerraba así el anterior capítulo en la vida de este propietario, gracias a Lily Lacoste, de su propio 'château', dato que 'The Times' no ha sido capaz de descubrir aunque bastaba una sencilla búsqueda con Google...
El mismo diario parisiense contaba hace dos años que, en los 90, Michel Chasseuil, ex ingeniero aeronáutico de Marcel Dassault, se ganó la confianza de Lily Lacoste, la entonces nonagenaria heredera de Petrus, que acababa de vender su mitad de la propiedad a los Moueix, que explotan el 'château' desde hace decenios, quedándose sólo con su usufructo. Feytit-Clinet estaba entonces gestionado por los Moueix, pero merced a Lily Chasseuil se queda con su gestión a partir de 1999; su hijo, Jeremy Chasseuil, ha sido alabado por la gran mejoría desde entonces de los vinos de esta pequeña finca (6,5 hectáreas).
Proseguía '20 Minutes': "Pese a un 'pacto de no agresión' firmado en 2000, las hostilidades se reanudaron. 'La familia Moueix ha hecho pasar a Michel Chasseuil por un estafador entregando documentos a periodistas', recuerda su abogado, Frédéric Georges. (...) Habrá que acabar con la paranoia en la que se han encerrado ambas partes". Todo ello, relacionado con las pugnas por los diferentes hombres de confianza que, según algunos, se aprovecharon de la anciana Lacoste. Ésta falleció en 2006, meses antes de cumplir los 100 años.
Otro gran coleccionista francés, François Audouze, que financia su afición organizando grandes comidas en las que se beben vinos antiguos de leyenda, ha reconocido en diferentes blogs que la colección de Chasseuil es "mucho menos nutrida, pero mucho mejor" que la suya propia, porque Chasseuil "solamente colecciona vinos míticos". También explica Audouze que ha intentado convencer, en vano, a Chasseuil de lo absurdo que es conservar eternamente grandes botellas sin beberlas, y que habría que ir vendiendo y consumiendo paulatinamente esos grandes vinos, pero que ha sido en vano.
Ahora habrá que esperar a lo que pueda pensar la Unesco...