Gonzalo Antón es uno de los tipos más dinámicos del mundo de la gastronomía y el vino de España. Desde Zaldiarán, uno de los mejores restaurantes del país, y el mejor de Vitoria, fue el organizador de los primeros encuentros con los grandes cocineros del mundo, los tres estrellas, y el antecedente de festivales como Lo Mejor de la Gastronomía o Madrid Fusión. Este año ha vuelto a reeditar sus encuentros en Vitoria, y de nuevo con éxito.
Pero en el mundo del vino es todavía más famoso. En 1987 funda en Villabuena, en Rioja Alavesa, Bodegas Izadi, un vino suficientemente conocido que cuenta con un crianza moderno –ahora está en el mercado el 2005– realmente bueno y muy representativo de esta zona de la denominación de origen.
A principios de los noventa desembarca en Ribera de Duero y compra Finca Villacreces, cuyos viñedos están pegados con los de Vega Sicilia, en la llamada Milla de Oro, y desde la primera cosecha el vino triunfó rotundamente, situándose entre los más reconocidos de toda la Ribera.
Y ahora llega la última novedad. Se llama Orben y es un proyecto muy curioso. En él se han mezclado el amor por el vino y por la gastronomía. En torno a Laguardia han reunido unas setenta parcelitas, en total treinta hectáreas de viñas viejas que contienen la esencia del terruño de la zona. Se han hecho con otras catorce hectáreas de viñedo joven, y se han puesto a elaborar en Izadi mientras construyen la bodega. Antón tiene la mayoría, pero ha reunido en torno a él a cincuenta de los mejores cocineros de España, empezando por Martín Berasategui, que son pequeños accionistas.
En la bodega que están construyendo, moderna, en altura, con magníficas vistas, han creado un pequeño espacio para trabajar la alta cocina. No pretenden ganar dinero con ello, simplemente no perder, pero sí quieren lograr que sea un referente de la mejor gastronomía.
Se supone que los cocineros, en sus restaurantes, tratarán este vino con amor, y será fácil porque realmente está muy rico. Este 2006, la primera añada en serio, presenta en nariz una gran concentración frutal, sobre todo de ciruelas compotadas, toques especiados y minerales, recuerdos tostados, muy Rioja Alavesa. En boca es potente, estructurado, con energía y casta, pero sabroso, cremoso y fresco. Buen vino y buena gastronomía. ¿Se puede pedir más?