martes, 10 de noviembre de 2009

Martes 10 de noviembre: Entre Barricas | Adobe Guadalupe


Bodega de Adobe Guadalupe

La Bodega Adobe Guadalupe inicia con un sueño de la pareja conformada por Donald y Tru Miller, el banquero y ella a cargo de una escuela de idiomas, que en unas vacaciones a Ensenada probaron un vino de la zona en el tradicional restaurante de la región El Rey Sol.

Sin embargo, en ese restaurante probaron algo más que un vino mexicano, pues luego de recorrer vinícolas de la

región, se dieron cuenta que su retiro ideal sería en esta mágica zona vinícola de México.

La llamada de México para este americano y holandesa se dio desde tiempo atrás, con la fascinación que su fallecido hijo Arlo sentía por la cultura nacional, sus vinos, sus sarapes y la Virgen de Guadalupe.

Este llamado puso pronto a los Miller en tierra mexicana al frente del proyecto Adobe Guadalupe, nombre que evocaba elementos de México que les recordaban a su hijo.

La construcción de la bodega quedó terminada en el 2000, y para fortalecer su producto decidieron asesorarse con Hugo D’Acosta, que pudo poner en las botellas el sentir de esta pareja por los vinos mexicanos, dejando a la fruta manifestarse.

En sus 20 hectáreas sembraron diferentes varietales, pues una de sus características es la mezcla de distintas cepas con variadas expresiones de la región, como Malbec, Syrah, nebbiolo, merlot, cabernet sauvignon, cabernet franc y cinsault entre otros.

Pero Adobe Guadalupe alberga más que las vida de las viñas, Los Miller ofrecen un espacio de bed and breakfast, con la calidez de estos dos personajes que atienden a sus visitantes como si fueran parte de su familia.

Por eso es común que Donald y Tru acompañen a sus huéspedes a la hora del desayuno, los lleven de tour por la región, y si el tiempo se los permite, los acompañen en la cena.

Su proyecto de retiro en el cual buscaban la tranquilidad y la paz de una región con innumerables elementos que los apasionaban, se cristalizó con vinos con nombre de ángeles, como parte del tributo que de cierta manera le rinden a su hijo.

Sus viñas, con personalidad mexicana tienen en la actualidad una producción de 4 mil botellas en aproximadamente 7 años de producción que han sido un sueño para esta pareja y para quienes tienen la fortuna de conocerlos y compartir con ellos ese enamoramiento que los mantiene vivos y activos en el mundo vinícola.

Su sala de vinificación tiene una temperatura controlada y manejan microvinificaciones de las distintas cepas para luego hacer las mezclas de Gabriel, Miguel, Querubiel, Serafiel y Uriel.

Pero esta bodega no sólo produce vino, en su interior galopa otra pasión de Donald, quien también dedica parte de su tierra y su tiempo a los caballos de raza pura azteca con instalaciones de primer nivel.

No hay comentarios:

Publicar un comentario