Con el atractivo del mar por un lado, y del vino por el otro, esta zona con riqueza de uvas blancas y tintas ha sabido posicionarse en el gusto nacional e internacional, por ofrecer vinos con personalidad y dar paso a infinidad de protagonistas de sus botellas.
Y es que Baja California va más allá de sus bodegas, enólogos, sommeliers y apasionados e inexpertos se han refugiado en estas tierras para vivir de la pasión del vino, sumergidos en la magia que encierra el lugar y su paisaje.
El clima y la ubicación de los valles bajacalifornianos han permitido que las vides que llegaron con las misiones a tierra mexicana hayan dado un excelente resultado, y desarrollen una buena expresión en copa que ha dado origen a toda una tradición.
Tijuana, Mexicali, Tecate, Ensenada, el Valle de Guadalupe, de San Antonio de las Minas, Ojos Negros, La Grulla, Santo Tomás y San Vicente, han cobrado personalidad propia a través de sus vinos, adornadas con comunidades pintorescas que complementan la experiencia para los amantes del vino.
Con el boom del vino en la región, el paisaje y las costumbres empezaron a funcionar alrededor de los viñedos, con la llegada de nuevas corrientes gastronómicas, chefs y cocinas nacionales e internacionales que buscan complementar la experiencia enológica de la zona.
Pero además del clima, el trabajo de su gente ha sacado adelante la cultura del vino, y es que la pasión por la bebida y la búsqueda de su posicionamiento se ve en el esfuerzo que hombres y mujeres hacen día con día, para hacer del vino no sólo su modo de vida, sino toda una cultura.
Las variedades europeas han sido bien acogidas por las tierras bajacalifornianas, pero sin duda, la mano de obra mexicana ha dado a estos vinos una personalidad enriquecida con toques nacionales que se sienten en la copa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario