En su niñez David Bibayoff observaba la forma de vinificación artesanal que se llevaba a cabo en la parte trasera de su casa, y seguramente esos recuerdos son los que lo mantienen con el deseo de conservar esa tradición vigente entre su familia.
El nieto de Alexie Dalgoff, quien fue el encargado de sacar los primeros permisos para la elaboración del vino de tradición rusa, ha dejado en la actualidad el trabajo duro a sus hijos, pero mantiene la vista puesta en la bodega y los vinos que se siguen elaborando en el Valle.
La herencia pacifista de sus raíces rusas, han inspirado el trabajo de la familia, que decidió dar el salto del producto artesanal y limitado, para dar paso a una producción un poco más grande, sólo un poco, sin perder los orígenes de los molokanes, primeros pobladores rusos en llegar al valle.
Bibayoff no sólo mantiene viva la producción de vino que iniciaron sus ancestros, sino que aprovecha su vinícola para revivir en la vendimia o en cualquier oportunidad los bailes, danzas y tradiciones que practicaban sus antepasados.
En las 40 hectáreas del rancho Toros Pintos se respira la calidez de la familia Bibayoff encabezada por David, pero que ahora ha dejado la batuta de la vinificación a su hijo Daniel, que busca dar nuevos aires a sus vinos, sin perder la tradición.
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