domingo, 28 de febrero de 2010

Amado Garza y viñas de Garza: una bodega cuidada con cariño.

Su historia de amor con la novia de la universidad llevó a Amado Garza a dejar de lado la herencia en charrería proveniente de su familia paterna, para iniciar un nuevo legado en el mundo de la vitivinicultura de la mano de su esposa y ahora de sus hijas.

En su rancho el Mogorcito, este regiomontano de nacimiento, pero enamorado de la tierra Ensenadense, buscó un proyecto de retiro para el y su familia, y aunque el plan inicial era que este rancho fuera una casa de descanso, como el mismo lo dice, para no hacer nada, ahora la actividad vinícola impregnan el ambiente y la tierra.

El clima, la vida del valle, la cercanía a San Diego y el ambiente tranquilo conquistaron a este empresario del ramo de la construcción, que optó por construir en su rancho toda la vinícola que en la actualidad produce 2 mil cajas de vino, pero cuya meta es llegar a las tres mil.

La idea no es hacer gran producción, Amado quiere seguir cuidando personalmente, y de la mano de su familia cada detalle del vino que elabora, desde la pizca de la fruta hasta la crianza que es cuidada por su esposa Ana Lilia.
El legado parece haber conquistado también a sus hijas, pues la menor, Ana Gabriela ha decidido estudiar enología y trabajar de la mano de Amado en la bodega, mientras que la mayor busca completar el concepto y ofrecer un rincón gastronómico para que puedan acompañarse los vinos de su padre.

Al cuestionarle cual es la forma de definir sus vinos, todo puede concretarse en que son hechos con cariño, cuidados como bebés y con pocas manos para que sea más controlado el proceso, desde el viñedo hasta el embotellamiento y el etiquetado que es hecho a mano.

Amado, al igual que muchos enamorados del vino, se apoya en Hugo D’Acosta para la asesoría en la bodega, pero el amor por el campo que heredó de su familia dedicada a la charrería, le han permitido conectarse con el viñedo y trabajarlo para obtener los mejores resultados.

En el Mogorcito se cultivan aproximadamente 10 variedades, pero dentro de los planes está cultivar otros tipos de uva para ampliar la cartera con nuevas etiquetas.

Sin embargo, Amado tiene otro proyecto personal, aprovechar un espacio en el rancho para construir otra vinícola que esperará a que su hija Ana Gabriela regrese, para que ella puede iniciar con una nueva línea de vinos.

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