El mundo del vino está brindando por el nuevo presidente de Estados Unidos, Barack Obama, mientras se muda a la Casa Blanca, con la esperanza de que su disfrute del vino local impacte en los hábitos de los estadounidenses. Los productores de vino estadounidenses apenas podían contener su regocijo ante las noticias de que los Obama habían comprado una mansión de 1,65 millones de dólares en Chicago equipada con cuatro chimeneas y una bodega de vinos que, según diferentes informaciones, puede contener hasta 1.000 botellas. "No me queda más que pensar que tras ocho años sin bebedores de vino en la Casa Blanca, Barack [Obama] tendrá un efecto positivo sobre los hábitos de bebida de los estadounidenses", diceJohn Gillespie, titular del Consejo de Mercados del Vino durante la conferencia 2009 de este organismo celebrada en Nueva York. El presidente saliente George W. Bush es un abstemio que dejó el alcohol hace más de 20 años. La Casa Blanca no tiene una bodega oficial, pero sus vinos son escogidas por un pequeño equipo para eventos específicos, basados en su afinidad con los menús así como en los gustos de sus invitados. Pero todos los vinos que se sirven en las cenas de Estado son estadounidenses. El presidente Lyndon Johnson decretó que únicamente vinos estadounidense debían ser servidos en las cenas de Estado en la Casa Blanca y se ha mantenido así desde entonces, pese a que se ha dicho que el presidente Richard Nixon se servía en secreto su amado Château Margaux. El contenido de la bodega personal de Obama es desconocido, pero los comerciantes del área de Chicago han notado que tiene un gusto ecléctico.
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