El invierno de 2007 entre los más fríos que se tenga memoria, con nevazones incluidas, afectó a las parras. En la primavera, las bajas temperaturas siguieron haciendo de las suyas justo en el momento más delicado para las parras y afectaron la cuaja, el proceso más delicado. El resultado fue que se dañaron las flores y hubo una cantidad menor de granos por baya y un diámetro más pequeño de ellas.
Para alivio de los chilenos y para preocupación de los enólogos, el verano fue el más cálido y seco en años.
Claramente, la temporada enológica 2007–2008 fue una de extremos.
Algo que a primera vista puede parecer negativo, considerando que Chile se diferencia del resto del mundo enológico por su estabilidad, año tras año.
A continuación, una muestra de las características que marcaron la vendimia 2008 y qué esperar de los vinos de esta añada.
Calidad dispareja
Cuando se esperaba que la vendimia comenzara muy retrasada por el frío invernal y primaveral, el caluroso verano puso el pie en el acelerador y las bayas terminaron recuperando el tiempo perdido.
El problema es que el aumento del azúcar tendió a caminar más rápido que la madurez de los taninos de las uvas. Sólo un buen manejo de huerto y alguna ayuda del microclima del terroir ayudó a manejar de mejor forma esas variables.
La decisión fue esperar demasiado la madurez de las bayas, sacrificando un mayor nivel de alcohol, o cortar antes, logrando un menor nivel de esa variable, pero alcanzando notas más verdes y taninos más rústicos.Todo un acertijo que se repitió de norte a sur.
Es por eso que el gran premio de 2008 irá a los enólogos que supieron resolver correctamente esa ecuación.
El drama del merlot
Si quedaba alguien que todavía se resistiera a aceptar que el merlot presenta serios errores de plantación en Chile, este año debió terminar de convencerse.
La falta de lluvias en invierno y primavera, junto al calor estival potenciaron como nunca la deshidratación de las bayas.
De hecho, en zonas como Colchagua la caída de producción llegó al 40 por ciento.
La razón es que esta variedad es una de las más sensibles a la sequía y el calor. Sin embargo, en Chile se plantó en zonas muy cálidas. Un error que las viñas terminaron por pagar muy caro esta vendimia.
Caída en la producción
La formación de racimos con menos granos y que éstos tuvieran un diámetro más pequeño, obra y gracia de los fríos primaverales, provocó una tendencia a la caída en la producción. Según la Asociación de Ingenieros Agrónomos Enólogos, en tintos la baja rondaría entre el 10 y el 15 por ciento de la producción esperada para la vendimia 2008.
Eso sí, como generalmente las viñas restringen la producción de las parras, muchas de ellas pudieron hacer uso de ese "colchón" para aminorar la caída.
Además, se estima que una parte de las uvas de mesa que no pudieron ser exportadas, debido a la lluvia del 27 y 28 de marzo, fueron a parar a las cubas de fermentación de vinos corrientes.
Debido a esos dos factores, la caída real del volumen de la vendimia 2008 sólo se verá una vez que se terminen de embotellar las últimas partidas.
Lo que sí ya quedó claro es que en 2008 la industria del vino chilena tuvo un cambio de tendencia en cuanto al equilibrio entre la oferta y la demanda de la materia prima.
Hasta hace un par de años la sensación predominante es que había un exceso de oferta de uva, lo que de tanto en tanto deprimía los precios. Sin embargo, el alza de las exportaciones está generando una mayor demanda por uvas viníferas.
De esta forma, la caída de 2008 sólo adelantó un cambio que se vendrá con fuerza en los próximos años. Parece que esta vez la mano viene mejor para los agricultores que venden su fruta a las viñas.
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